El 28 de noviembre de 1809, fecha de la batalla de Alba de Tormes, el Ejército de la Izquierda del Duque del Parque, que había resultado victorioso en Tamames cuarenta días antes, sufrió esta vez una estrepitosa derrota ante el arrollador ataque de la caballería del general francés Kellerman. No obstante, la infantería española perteneciente a la División de Vanguardia y a tres batallones de la 2ª División -separada del grueso del ejército, sin apoyo de caballería y sin artillería alguna- logró formar en cuadro sobre un terreno elevado, rechazar varias cargas de los jinetes franceses y salvarse cruzando el puente de Alba, acción que se recuerda como una de las más heroicas del ejército español durante la Guerra de la Independencia.
Tras las derrotas sufridas por los ejércitos españoles en Ocaña (19 de noviembre) y Alba de Tormes, el escenario más probable era que los franceses iniciaran una nueva invasión de Portugal en el año 1810, aunque no sin antes asediar y tomar la fortaleza fronteriza de Ciudad Rodrigo.
Durante la jornada del 23 de julio de 1812 los albenses fueron testigos de la retirada en masa de un ejército imperial, comandado por el mariscal Marmont, a través del puente de su ciudad y los vados del Tormes en dirección a Peñaranda de Bracamonte. Miles de atribulados soldados franceses huían tras haber sufrido una gran derrota el día anterior en la batalla de Los Arapiles, buscando el amparo de las tropas del rey José I Bonaparte, que marchaban en su ayuda desde Madrid.
Cuatro meses después, tras el fracaso de Lord Welllington en el asedio al castillo de Burgos, los franceses contratacaban con el objetivo de recuperar Salamanca. El día 14 de noviembre de 1812 era el ejército aliado el que se batía en franca retirada a través del puente de Alba de Tormes, buscando la protección de la fortaleza de Ciudad Rodrigo, que todavía quedaba muy lejos.
El castillo de Alba de Tormes fue el escenario entre el 14 y el 24 de noviembre de 1812 de la épica defensa de las tropas españolas al mando del teniente coronel José Miranda y Cabezón frente a los franceses, entre los que se encontraba el mismísimo rey José, al que estuvieron a punto de capturar. Miranda y sus hombres de los regimientos Monterrey y Voluntarios del Ribero facilitaron la retirada del ejército aliado y evitaron el cautiverio iniciando una Anábasis a la española que los llevaría de sus escondrijos en los encinares del Campo de Peñaranda a cruzar la Sierra de Gredos, alcanzar Plasencia, pasar a Portugal y desde allí hasta su destino final, Orense, su tierra de origen.