Tras la extenuante campaña del año 1812, las tropas aliadas y francesas se encontraban acantonadas en sus cuarteles de invierno y separadas por una gran extensión de terreno que se había convertido en tierra de nadie. Ninguno de los dos bandos enfrentados intentó cruzar esa tierra de nadie entre León y Castilla hasta que, el 19 de febrero de 1813, el general Foy lanzó un ataque desde Piedrahita contra las tropas más alejadas del cuartel general aliado, el regimiento 50º de infantería británico (División Hill), acantonado en Béjar. Tres batallones de infantería y ochenta soldados de caballería franceses marcharon durante el día y la noche para presentarse al amanecer del día siguiente frente a las murallas de Béjar. Desafortunadamente para Foy, el 50º estaba comandando por el competente coronel Harrison que, previsor ante un posible ataque sorpresa, había reparado las murallas, construido barricadas y además se había visto reforzado con la reciente incorporación a la guarnición de la ciudad del 6º de Cazadores portugueses. Así las cosas, el ataque de Foy no resultó como lo tenía planeado y los franceses se vieron forzados a retirarse, volviendo a estar las aguas en calma hasta que Lord Wellington lanzó su ofensiva final en mayo de ese mismo año.