El 14 de noviembre de 1812 tres ejércitos franceses –el Ejército del Sur (mariscal Soult), el Ejército del Centro (rey José) y el Ejército de Portugal (general Drouet)- se vieron forzados a cruzar el Tormes por los vados de Éjeme y Galisancho ante la tenaz resistencia de las tropas aliadas encargadas de la defensa del castillo y el puente de Alba de Tormes.
Wellington, con su ejército desplegado de nuevo en lo que había sido el campo de batalla de Los Arapiles, viendo la avalancha que se le venía encima y dada la incesante lluvia, que impedía incluso disparar los fusiles, ordenó la retirada hacia Ciudad Rodrigo.
El 17 de noviembre el general Edward Paget, segundo en el mando del ejército aliado, fue capturado cerca de San Muñoz por tres dragones franceses cuando se disponía, acompañado tan solo por su criado, a poner un poco de orden entre las tropas que estaban comenzando a desbandarse en busca de algo que llevarse a la boca.
Ese mismo día, al atardecer, la División Ligera, que iba protegiendo la retirada en la retaguardia, se disponía a cruzar el río Huebra en San Muñoz cuando hizo su aparición la división del general Daricau. Los británicos lograron organizarse y repeler el ataque francés, lo que permitió al grueso de la División Ligera cruzar el río, aunque seguidos de cerca por los franceses, que volvieron a atacar, esta vez con fuego artillero. El terreno encharcado y blando dejó las balas de cañón atascadas en el barro, sin hacer los peligrosos rebotes que tanto daño causaban entre la infantería, poniéndose así fin al combate de San Muñoz.
El día 19, el mariscal Soult ordenó a sus tropas abandonar la persecución de los aliados y reagruparse en Salamanca, lo que significaba el punto y final de la campaña de 1812.