El 21 de julio de 1810, con el ejército británico-portugués en franca retirada hacia el interior de Portugal, Lord Wellington, que confiaba en que en unos meses volvería a hacer la guerra en La Raya, ordenó inutilizar el impresionante Fuerte de la Concepción, situado sobre la localidad de Aldea del Obispo, para impedir que los franceses se aprovecharan en el futuro de una posición defensiva tan ventajosa. Con este objeto se destruyeron los cuatro revellines que protegían sus muros, así como dos de sus baluartes.
A pesar de que el fuerte ya no era más que una bella estructura indefendible, el mariscal Masséna lo utilizó como cuartel general durante el asedio al que sometió a la fortaleza portuguesa de Almeida entre el 15 y el 28 de agosto de 1810. Además, convirtió el lugar en un café para el asueto de sus oficiales, adelantándose doscientos años al proyecto que ha hecho del fuerte un hotel de lujo.